En la más reciente edición del Festival de Cine de Lima, entre la lista de galardonados, resaltaron los filmes nacionales “Pakucha” y “Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo”, dos propuestas valiosas que revaloran lenguas originarias como el aimara y el quechua, respectivamente, ambientadas en hermosos paisajes andinos de nuestro país.
“Pakucha”, es una película documental, dirigida por el cineasta puneño Tito Catacora y que tuvo entre su equipo técnico, como productor general, al recordado director Oscar Catacora (“Wiñaypacha”). Esta dupla de cineastas, tío-sobrino, intercambió roles en esta nueva aventura cinematográfica, ya que recordemos que en el multipremiado filme “Wiñaypacha” (2017), su director Oscar Catacora, lamentablemente fallecido el año pasado, tuvo como productor general a su tío, Tito Catacora.
Este filme documental, narra la historia de una comunidad aimara en los andes del sur del Perú, donde una familia alpaquera se reúne para celebrar el ritual del “uywa ch´uwa”, una costumbre ancestral que consiste en evocar actos rituales a la “Pakucha” (espíritu de la alpaca) para celebrar un nuevo comienzo, una nueva vida. “Pakucha”, ganó el premio del jurado al mejor documental y una mención honrosa a mejor película peruana otorgada por el Ministerio de Cultura, en el 26 Festival de Cine de Lima PUCP, realizado del 4 al 12 de agosto, en modalidad híbrida (presencial-virtual).
Por otra parte, la película de ficción “Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo”, filmada en la comunidad Pata Huaynacolca (Maras-Cusco), dirigida por César Galindo, arquitecto de profesión, también fue gratamente reconocida en el 26 Festival de Cine de Lima PUCP, obteniendo los siguientes galardones: Premio del Público, premio a la Mejor Película de la sección Hecho en el Perú de la Comunidad PUCP y el galardón a la Mejor Película peruana entregado por el Ministerio de Cultura.
Este filme narrado en quechua, gira en torno a la historia del pequeño Sistu que junto a su comunidad en los andes descubren la magia del cine, hecho que se convierte en un gran acontecimiento pero que además los confronta con su cultura y pone en evidencia las limitaciones de la comunidad para entender y leer castellano.
Como solución eligen a Sistu para que cada semana vaya al pueblo a ver una película y la cuente a todos en la plaza, pero un día, al no encontrar el cine en el pueblo, su ilusión por contar la historia semanal, hace que Sistu cree su propio cine, con sus propios actores, cultura e idioma.
“Pakucha” y “Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo”, son dos propuestas cinematográficas documental y ficción, respectivamente, que de una manera honesta y visualmente atractiva revaloran el cine en los andes peruanos con hermosas historias filmadas en bellos paisajes, con personajes potentes y que exponen diferentes aspectos de nuestra cultura milenaria, pero que también reflejan y/o denuncian las limitaciones, injusticias y el olvido de las autoridades de las que son víctimas sus protagonistas.
Esta realidad la hemos visto en otros filmes peruanos como, por ejemplo, en la galardonada película “Wiñaypacha” (2017) del desaparecido director Oscar Catacora, donde dos adultos mayores que viven en el altiplano puneño, prácticamente se encuentran en el abandono, sin embargo, nuca pierden sus costumbres y la esperanza que su hijo regrese.
Asimismo, en el documental “Sembradoras de Vida” (2019), de Álvaro y Diego Sarmiento, somos testigos de la historia de cinco mujeres de los andes peruanos en su lucha diaria por mantener una forma tradicional y orgánica de trabajar la tierra.
En “Madeinusa” (2005), su directora Claudia Llosa plantea su propia visión de un pueblo imaginario de los Andes peruanos durante la celebración de Semana Santa. Igualmente, en su siguiente filme “La Teta Asustada” (2009), Llosa nos presenta la historia de Fausta (Magaly Solier), a quien su madre, víctima de violación durante la época del terrorismo, le transmitió el miedo a través de la leche materna.
Al igual que el personaje de Fausta en “La Teta Asustada”, podemos recordar otros personajes de origen andino que migraron a la capital en busca de mejores oportunidades, pero se encontraron con una cruda y dura realidad, como por ejemplo el niño de la película “Gregorio” (1982) o más recientemente el personaje de la joven ayacuchana Georgina Condori en “Canción Sin Nombre” (2019).
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