Por: Segundo Infante
No lo dijo de ese modo o con aquellas palabras, pero evidentemente eso fue lo que dio a entender el nuevo presidente del Congreso de la República, José Williams Zapata, al preguntársele sobre el encuentro que momentos antes había sostenido con el jefe de Estado, Pedro Castillo, en la misma sede del Parlamento. Dijo que esta había sido una cita sólo protocolar.
Castillo fue a ella con la intención de salir de allí con una agenda de trabajo consensuada que les permitiera a ambos caminar juntos para lograr desatrancar al país de la maraña política en la que se encuentra atrapado. Lo previsible era de que tal cosa no se diera por los momentos inapropiados que se viven.
Por ahora, la Magdalena no está para tafetanes. Y lo que se sigue viendo tampoco es algo que promete purificaciones.
Hasta ahora el abogado de Pedro Castillo no ha logrado poner una pica en Flandes en lo concerniente a su defendido. A él solo le está sumando reveses y no llamaría la atención que un contrariado Castillo lo releve en cualquier momento.
Pareciera que la estrategia legal de su abogado no está dando resultados, y si ella apunta también a quitar de en medio al coronel Harvey Colchado, bueno. Dios ciega a quien quiere perder
Aquel hostigamiento del que es víctima Colchado de un modo permanente ha logrado más bien blindarlo de aquellas arremetidas y hasta lo ha puesto en el centro de la discusión política.
El último incidente, sacando a Colchado como jefe de la División de Búsqueda de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio del Interior y reponiéndolo enseguida, o en cuestión de horas, es todo un sainete.
La mezcla mal amalgamada de intriga y enredos y hasta de situaciones divertidas que hubo allí sólo podía derivar en una caricaturesca comedia de chambonadas, con Willy Huerta, el titular de la mencionada cartera, de histrión. Lo único que se ha conseguido con dicha ocurrencia es arruinar los planes de Castillo para deshacerse de Colchado.
Todo es deprimente
Lo cierto es que el panorama político en el Perú pinta igual o peor que antes. El desgobierno sigue agravándose en el país, y los escándalos de corrupción desgastando más a Castillo, y todo eso, sumado al enfrentamiento casi irreconciliable que mantiene el Ejecutivo con una buena parte del Legislativo, podría llevar a decir, sin desbarrancar, que lo que se tiene por delante, más lo que pueda venir después, toma la forma de una verdadera bomba de tiempo en cuenta regresiva y lista para estallar.
Pues, se mire hacia donde se mire y así como estamos no hay por el momento esperanzas de nada. Ni siquiera el consuelo de alguna señal que nos haga pensar que podríamos ver, de aquí a mañana, una lucecita tranquilizadora al final del camino. Mientras la lista de adversidades se alarga.
Los conflictos sociales en el país, por ejemplo, continúan multiplicándose, según la Defensoría del Pueblo. Y los llamados a preverlos o a enfrentarlos brillan por su incapacidad para acometer con éxito dicha tarea. En paralelo se dan otras cosas que son también como un caldo de cultivo para desbarajustar más a la nación.
A ésta, Castillo la está llevando, exagerando un poco o tal vez no, a abismos insondables. Por eso se dice que él, en Palacio de Gobierno, es toda una pesadilla.
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