Evitar el desperdicio desde la diversidad y la educación en cuanto a las preferencias, los hábitos, cantidades de compra y alternativas de uso de los consumidores ha sido la receta de algunas iniciativas gastronómicas que hacen de sus cocinas exquisitos laboratorios.
En sus hornillas se cuecen geniales experimentos con sobras, cáscaras y otros residuos de verduras, además de plantas no muy bien ponderadas al ser tildadas de “maleza”, con el fin de crear conciencia sobre el desperdicio de alimentos y mitigar el hambre.
Una problemática que raya en la ironía si se tiene en cuenta que en el planeta se pierden 1.300 millones de toneladas de comida al año (la tercera parte de la producción mundial), según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Mejorar la relación de las personas con el alimento, romper mitos, comprar con inteligencia y entender la diversidad alimentaria son las claves para asumir una posición re-creativa en la cocina y así darles uso a los recursos que por ‘feos’ o por ser ‘comida para conejos’ van a la basura.
Ser realista, planificando y calculando los ingredientes justos .
Datos
* Cerca del 28% de la pérdida y el desperdicio de alimentos en un restaurante corresponden a lo que el comensal deja.
* El 29 de septiembre es el Día Internacional de la Conciencia contra el Desperdicio y la Pérdida de Alimentos.